Apenas apagué la tele. Veía un programa en el canal de la BBC, el millonario secreto y cada semana presenta a algún heredero o empresario o a alguien con mucho dinero; en este capítulo un papá con una exitosa empresa en Londres y su hijo de veinte años van a una pequeña comunidad y de incógnitos se mezclan con la gente. El chico de veinte años se mete a trabajar a un hostal que apoya a drogadictos, les ayuda a rehabilitarse y a conseguir una casa. El papá ayuda a pelar papas y a cocinar para una pequeña organización que tiene un club de almuerzos donde dan de comer gratis a gente que no tiene nada.
Después de una semana el papá y el hijo confiesan su secreto y le dicen a la gente de la comunidad que en realidad son millonarios, que tienen una situación muy privilegiada y que si lo permiten quieren hacerles un regalo. Entonces sacan un cheque por diez mil libras (216,000pesos) y se los entregan.
Más allá de los lugares comunes y de que el programa, al final de cuentas, este hecho para ganar dinero y vender compasión o un extraño turismo comunitario, está hecho con mucha sensibilidad y resulta muy interesante.
En cierto momento el hijo, hasta el momento sólo costumbrado a gastarse el dinero de su papá dice algo como: “estoy sorprendido, él (un hombre que está a punto de ser reubicado en su nueva casa) sueña con tener un techo y un auto, es lo que más quiere, y para mí es algo básico, obvio, algo que siempre he tenido y que ni siquiera una sóla vez he estado en riesgo de perder”.
Pienso en los sueños y en lo diferentes que somos y en cómo es imposible medir y comparar lo logros de unos y otros bajo una misma medida. El mudo que hemos construido siempre gira en torno logros, metas, éxito, fracasos y perdedores. Hay programas y series y entrevistas con gente exitosa que surgió de los barrios más bajos y que con esfuerzo y lucha diaria se hicieron millonarios, o compraron un coche del año y ahora ven muy lejanos los días en el el barrio en el que nacieron y se siente satisfechos porque ellos, a diferencia de los otros, lo lograron. Y no es que estos logros estén mal, no quiero decir eso. Sólo que hay millones de sueños. Por ejemplo, el otro día veía una especie de documental de Roger Federer y de cómo después de ganar su primer torneo de wimbledon se derrumbó en el piso y con lágrimas en los ojos le dijo a las cámaras que ese siempre había sido su sueño, que desde niño se veía ganando ese torneo y al final, después de años y años de esfuerzo lo había conseguido. Y uno podía ver en su mirada que el momento era dulce y glorioso. Roger Federer era la encarnación de la gloria y el éxito. Y no es que este mal; el trabajo de Federer es digno de alabar y siempre es inspirador ver como el esfuerzo y la intención lo llevó a su meta. Lo que me molesta es que el mundo sólo reconozca este tipos de esfuerzos y apenas valore o reconozca otros tipos.
¿Cual es el top ten de los éxitos favoritos de a sociedad? Se me ocurren algunos:
-Ganar una medalla de oro
-Ganar el mundial o cualquier final deportiva
-Ser dueño de una empresa exitosa y ganar mucho dinero
-Conseguir un buen empleo, vestir un traje elegante, ser proactivo y eficiente
-Ser un héroe, salvara a alguien o arriesgar tu vida dramáticamente
-Nacer en el barrio más pobre, luchar contra terribles adversidad y, otra vez, hacerte rico
-Volverte un cantante o actor famoso
-Después de muchos años de esfuerzo y penurias acabar una carrera
-Después de años y años y de luchar constantemente y estudiar como loco, volverte doctor y caminar por los pasillos de un hospital con una reluciente bata blanca
-Ser escritor y después de muchos esfuerzos y muchas rechazos publicar un libro
En fin, podría seguir y seguir con la lista.
Sin embargo no todos somos iguales ni tenemos porque tener los mismos sueños. No todos tenemos que soñar con la Gloria y el reconocimiento para sentir que nuestra vida vale la pena. Soñar con tener un techo, con terminar la primaria, con tener el valor de dejar al esposo que desde hace siete años te maltrata, con aprender a quererte a ti mismo y respetarte, soñar con crecer y estar mas presente, con ser amoroso y aprender a cuidarte, a tu propio ritmo, me parecen sueños igual de valiosos.
Creo que el error más terrible que hemos cometido es compararnos unos con otros y en base a eso juzgar y medir nuestros logros. Somos tan diferente y estamos en etapas tan distintas dentro de nuestra propia evolución que es absurdo querer compararnos. Y cuando hablo de evolución no hablo de niveles, ni de que unos estemos o más abajo o más arriba que otros. Sólo quiero decir que escogimos vivir vidas muy diferentes y que internamente somos únicos y cada quien tiene un proceso y una manera única de crecer. Sólo quiero decir eso, que cada sueño u objetivo, por más insignificante o absurdo, cuando se consigue, aporta el mismo valor y la misma cantidad de amor y aprendizaje a la evolución de los hombres.
antonio enriquez dice
es cierto, creo que mucho hemos perdido capacidad de asombro.
salu2 alejando
toño
Ale dice
Si Toño: ¡Saludos! Me da gusto verte por aquí!
Héctor dice
Me gusta escuchar tus reflexiones, realmente todos tenemos sueños y metas distintas. Me recuerda de mi relación con mi hermano, siempre compitiendo por quien ha hecho mas logros y realmente es una estupidez pensar que su camino es la neta, asi como el mío fuera la para el.
Héctor dice
oye y si corrigues mi orotgrafía y mi redación te lo agradecería. hahahaha
Guillermina Pérez Mora dice
Es verdad todo lo que dices, me gusto mucho, me siento muy orgullosa de tí, te quiero con todo mi corazón.
Ale dice
Héctor: ¡si, estoy de acuerdo contigo, y mucho más entre hermanos! y tu ortografía y redacción no está tan mal, no te preocupes.
Minucha: ¡Gracias abue, te quiero mucho!