Siento como… como… como si algo dentro se destapara; o como en las noches que me da lo de no poder respirar y caigo en un estado extraño, entre el sueño y la vigilia, donde apenas puedo moverme y acaso respirar; en esos casos intento destaparme para dormir; me pico la nariz hasta estornudar y la fuerza del estornudo hace que mi estomago se destape, no sé porque, y respire mejor. Así me estoy sintiendo: cómo si el cansancio y los dolores cedieran y poco a poco me destapara como recién nacido al mundo.
Con todo esto quiero decir que estoy contento, o triste, o enojado; no importa. Estoy abriéndome, saliendo de una cueva, como Gaspar Houser o Peter Stillman, conociendo el mundo; me emociona mucho pensar en todo lo que quiero escribir y los cómics que quiero hacer y en lo mucho que me quiero enamorar y besar y en los países a los que quiero viajar.
Por el momento sigo escribiendo el relato de Marruecos, todos los días al menos tres horas en un starbuks enfrente de la Almeda Sur.
Además estoy viendo a mis amigos; el Sábado fui con la nena a ver las trasmisiones en vivo de la opera desde el Metropolitan de Nueva York. El Sábado trasmitieron Orfeo ed Euridice. Nunca había ido a la opera y me conmovió; la combinación de la música, la voz, el texto y las actuaciones en el escenario moldearon una novedosa (para mí) forma de narrar que me impresionó. Aparte la historia de Orfeo y Euridice no podía ser más trágica y tocar partes tan elementales y conmovedoras. El argumento más simple y perturbador: Los dioses permiten a Orfeo bajar al Hades a rescatar a Euridice y volverla a la vida, con una única condición: durante el trayecto del Hades al mundo de los vivos, no pude mirarla ni explicarle porqué no puede hacerlo; si lo hace, Euridice morirá. Eso es demasiado como para trastocar a cualquiera. ¿Pueden imaginarlo? Los dioses les conceden la oportunidad de volver a ver al amor de su vida y bajar al infierno para salvarla de la muerte con el único requisito de no mirarla y de, cuando ella pregunte porque no la miran, con el corazón roto, no poderexplicarle porque.
Los cantantes me parecieron muy buenos. Sthephanie Blithe hace el papel de Orfeo y la guapísima Danielle de Niese hace a Euridice.
Bueno, la verdad no puedo hacer una critica mucho más objetiva que esta; ni si quiera puedo decir si el montaje o la dirección fueron buenas (a mi me lo parecieron) por que no sé nada de Opera y no sé si me gustó tanto porque realmente la presentación fue buena o porque nunca había visto una historia contada de esa forma. En fin, prometo volver a ir al Auditorio a ver las operas del Met y aprender más sobre este mundo.
En otras cosas: está semana salió el nuevo disco de Antony and the Johnsons. Si quieren descargarlo revisen este link.
Finalmente, para redondear está entrada de historias clásicas, amor y cantantes androginos con melodías melancolicas, les dejo un cuento de Henry Piere Cami que mi mamá me leyó hace mucho en El libro de la imaginación, una compilación de fragmentos y micro relatos de Edmundo Valades:
Había una vez un hombre joven que estaba muy celoso de una joven muchacha bastante voluble.?Un día le dijo: “Tus ojos miran a todo el mundo”. Entonces le arrancó los ojos.? Después le dijo: “Con tus manos puedes hacer gestos de invitación”. Y le cortó las manos.?”Todavía puede hablar con otros”, pensó. Y le extirpó la lengua.?Luego, para impedirle sonreír a los eventuales admiradores, le arrancó todos los dientes.?Por último le cortó las piernas, “De este modo – se dijo- estaré más tranquilo”.?Solamente entonces pudo dejar sin vigilancia a la joven muchacha que amaba. “Ella es fea- pensaba-, pero al menos, será mía hasta la muerte”.?Un día volvió a la casa y no encontró a la joven muchacha: ella había desaparecido, raptada por un exhibidor de fenómenos.