En estas últimas madrugadas, en las que casi no he podido dormir por la tos de perro que me aprieta la garganta y que más bien pareciera una garrapata gorda y jugosa, he tenido que ponerme a hacer algo en la cama, completamente enderezado, en lo que se me pasa el ataque. Además de seguir leyendo la espectacular biografía de Dylan, Behind the Shades (la reedición del 2011), volví a empezar a leer el que tal vez sea mi libro favorito de todos los tiempos: La mano izquierda de la oscuridad… sigue leyendo
Imaginación o lectores haciendo casting
Nos ha pasado a todos: creamos en la mente un rostro para nuestro personaje favorito: de piel marrón, surcado por cicatrices; unos ojos encorvados, turbios, bajo unas cejas espesas. Luego, cuando llegamos al cine y vemos la cara que le han puesto, no sentimos defraudados: ¿cómo, Atreyu no era verde aceituna, Philip Marlow no era más fuerte y más joven?…
Mis células, México y la sombra
La patrulla cruje. Estoy fumando, sin playera, en una tarde apenas nublada. Tengo la ventana abierta y saco las manos por las rejas blancas que cubren los vidrios del departamento de la planta baja. Veo la calle y la casa de enfrente en la que hace ya tres meses mataron a dos doctores y a uno de sus familiares; uno de los policias que hacía la guardia me contó que el lugar parecía una carnicería; les dispararon en la cabeza, los molieron con un martillo, les rasgaron la espalda con un cuchillo.
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Tres libros de ciencia ficción
Empecé a leer ciencia ficción a los quince o dieciséis años. En ese momento no sabía que se le consideraba un género aparte- como al terror o la literatura fantástica y policiaca, separado de las grandes obras literarias universales-. No sabía, pues, que muchos la catalogaban como una literatura menor, escapista. Así que la leí sin prejuicios, como si los mundos del futuro y los universos creados por estos escritores pertenecieran con el mismo derecho al cánon de la literatura mundial…sigue leyendo