¿Si pusiera dentro de un saco mi timidez, la incomodidad, la manera en que mi cuerpo se agacha y retuerce cuando me rechazan, los deseos más asquerosos (esos que se escurren de la nariz como filamentos marrones, fosforescentes), los pensamientos grasosos que quieren arrastrarse sobre las personas y poseerlos, manipularlos, someterlos, y los mezclara con unas cuantas cucharadas con una botella original de “imaginación Tim Burton”, qué clase de monstruo saldría? sigue leyendo