¿Se pude disentir de un movimiento con el que estás de acuerdo? ¿Hay espacio para que las palabras de ambos “lados” valgan? ¿Se puede cambiar sin odio y rabia?… no son preguntas retóricas, la neta no sé la respuesta.
Una imagen, o a lo mejor un recuerdo, me llega una y otra vez: el del “compañero” que lucha por un mundo mejor, con menos injusticia para las clases explotadas. Este compañero descubre actitudes culeras, manchadas, de algún dirigente, o simplemente, no está de acuerdo en todos los detalles, todos los matices de la doctrina ideológica, aunque sí en lo principal. Este compañero se lo comenta a otros compañeros de lucha, que inmediatamente lo callan, lo amenazan con correrlo o lo corren o en público lo exhiben como traidor al movimiento porque debe de estar 100 de acuerdo, o porque él quién es para opinar si es un guerito de clase media privilegiada y por eso no entiende. Lo corren porque él nunca ha sido oprimido y no entiende y no puede cuestionar.
Hay que estar todos juntos, hay que jalar parejo para el mismo lado por qué sino la fuerza se diluye. O sea, hay que pensar todos igual para lograr un cambio.
Y el cambio se logra, o bueno, por lo menos, el cambio de quien tiene el poder. Se instauran otras ideologías y el abuso, de otra forma, continua.
No me cabe duda de que sí, mientras más piensen lo mismo, mejor jala el movimiento. Me parece obvio. Se necesita unión para tener fuerza y movernos. Pero… ¿podrá haber otra forma? ¿Podrá lucharse por un cambio sin que todo sea en blanco y negro?En este momento creo que no. Me gustaría pensar que es posible, pero no sé si es sólo un ideal romántica de como me gustaría que funcionara el mundo.Lo digo por muchas cosas. Por los cambios políticos en el país, por un chingo de conocidos bien izquierdistas que luchan por abolir la explotación del hombre y en sus familias son unos culeros explotadores, y por mi reciente miedo a publicar cualquier cosa sobre el movimiento #MeToo escritores, músicos, etc. Por intuir que, en cuanto abra la boca, a menos que no concuerde 100% con la ideología que es la fuerza del movimiento, que hasta no me diga onvrez y exprese mi incondicional apoyo a las bases ideológicas, hasta que no me avergüence por ser hombre, me van a decir que soy un pinche machito, que estoy opacando al movimiento, que tenía que venir un macho a meter su cuchara y tomar protagonismo.
Pero ayer fue un día muy triste para mi. Por la muerte de Armando Vega Gil, a nivel personal, por lo mucho que su arte, música, libros, me acompañó en la vida y, por algunas reacciones de algunas mujeres y algunos hombres (específicamente digo algunas y algunos, por que la gran mayoría no está en ese caso), que dicen estar felices por que hay en el mundo un acosador menos y usan hashtags del tipo #unomenos, de eso creer en la pena de muerte no veo ninguna diferencia) hombre muerto no mata no viola, o que en vez de tener tantita pinche compasión por un asunto complejo y tratar de entender desde la empatía, dejan que lo primero que salte, siempre, sea el dogma inteligente, infalible, de la ideología.
Yo en ningún momento creo que el suicidio de Armando anule o reste validez a todas denuncias y lo que expone #MeToo. Ni tampoco lo defiendo; el lado que me tocó conocer del él fue pura luz, pero sé que que todos tenemos el otro lado y que en ese lado puede pasar cualquier cosa.Y también creo firmemente que la energía del movimiento #Me Too es necesaria y que está moviendo lo cimientos. Casi el 80% de mujeres que conozco, amigas, familiares, ha sido ya no solo acosada, sino abusada sexualmente en algún momento de su vida. Sólo acosadas, el 100%. Y que esa rabia y ese dolor y esa injusticia es de todos, y que esa rabia no siempre se manifiesta de formas finas, sino toscas, y que en esa tosquedad no todo es perfecto. Y que a pesar de la tosquedad se avanza. Y que es mucho más lo positivo.
Dentro de esto mismo, reconociendo que ante no haber otros medios seguro y confiables de denunciar y protegerse, esta es la solución que se encontró; pero no puedo dejar de decir que también me parece brutal que con tal de no restar fuerza al movimiento no se puedan cuestionar las formas, los procesos de anonimato, los protocolos, la integridad personal de llos líderes que coordinan. ¿Podrá encontrarse otra forma?¿A lo mejor es la única y con tal de cambiar y que las mujeres no sufran ese tipo de violencia es un pequeño precio que hay que pagar? Como decía Tyler Durden, si quieres hacer omlet tienes que romper algunos huevos… si quieres algo más justo, tienes que cometer, inevitablemente, injusticias, ¿quieres hacer la revolución? Va a haber muertos.
Yo crecí y fui educado siendo “deconstruido”, principalmente por mi mamá, que ya andaba en el feminismo del duro y la visión de género desde ese entonces. Fui educado en la creencia de que era malo ser hombre, que los hombre violentaban y, casi casi, eran armas andantes a punto de explotar, y que entre menos expresara mi parte masculina, mejor; así me la fui llevando, siempre con miedo a que insinuarle algo a una chava fuera tomado como acoso. Me costó mucho conectarme con mi deseo porque en mi mente siempre estaba la ideología ¿le estará gustando? ¿no estaré abusando de ella? ¿en verdad estás segurisísima que si quieres? ¿no te lo estoy imponiendo?¿ estas segura que sí quieres besarme, no te engañé para que aceptaras?
Por supuesto, no soy víctima de mi mamá ni de esa ideología; algo en mi necesitaba engancharse a esas ideas, que por otro lado, dejaron muchas cosas positivas en mi vida y me hicieron un hombre más sensible (creo).
Pero por todos estos matices no soporto que algunas mujeres nos incluyan a todos en el mismo saco: las generalizaciones, el decir onvrez, pobres onvrez. El referirse a un solo género como el culpable del machismo me parece facista y absurdo. Parece obvio pero, no todos los hombres somos iguales, no todas las mujeres son iguales, no todos los machos son iguales, no todas las feministas son iguales. Entiendo que este tipo de reacciones de algunas mujeres, no surgen de la nada, surgen del dolor y la rabia por la opresión, ¿pero no crean más odio, más opresión?
¿Cómo podemos como hombres incluirnos en esta lucha? Y más importante ¿Podemos incluirnos desde nuestra visión de hombres que es, por fuerza, una visión distinta porque hemos vivido el machismo de otro modo?
¿O no podemos? ¿O mejor no disentimos y nos llamamos a nosotros mismos onvrez para que las cosas avancen sin que estorbemos?
No sé.
Está chido pensar que habría alguna forma. Que esta es una lucha de todas y todos y que al ser de todos y todas va a haber diferencias de pensamiento. Y que esas diferencias van a sumar y no ha restar.
Pero igual y son sueños guajiros. ¿Se podrá? ¿De plano no?
Nuevamente no son preguntas retóricas. Ayúdenme a contestarlas.
Laura Antolín dice
Ay, llevo pensando muchos años sobre esta lucha, esta fractura que nos separa y nos aísla y nos enfrenta nomás nacemos. Una dicotomía que parece insoslayable, y no hay modo de zafarse… Tantas veces pensé, sentí, que era una putada haber nacido hembra: la vida me habría sido más fácil de haber sido varón. Menos miedos, menos riesgos, menos desplantes, quién sabe más chances. Pero no fue así y me tuve que hacer la valiente y olvidarme de mi fragilidad, enfrentarme con ese mundo donde siempre, casi siempre, mandaban hombres (y no siempre eran hombres de bien, no). Claro que tampoco todas las mujeres que me topé fueron maravillosas. Hubo de todo en esa viña. Entonces, al final, me quedé con las personas. Solo con las personas. Y dejó de interesarme su condición sexual, su orientación sexual (si acaso la tenían). De cualquier forma, eran asuntos privados, tan íntimos que no debían entorpecer nuestras relaciones humanas. Y si por asomo lo hacían llegaba a pensar que era por falta de madurez. Hace mucho que pienso en el “tercer sexo”: ni hombre ni mujer. Persona. Ante todo persona. En la intimidad, cada cual. Esta idea, de momento pura utopía, no excluye la imperiosa necesidad de una revolución. Con picos y bajas. Desmanes. Histerias (perdón por la palabra, pero en honor a la verdad hay que decirla, aun a riesgo de resultar “políticamente incorrecta” con la causa). Sí, así son las revoluciones: necesarias pero manchosas. Ya luego vuelve la serenidad, si es que la hubo alguna vez, que me temo que nunca, y en eso andamos y así nos va… Es un asunto bien complicado, tal vez el más complejo de cualquiera de los retos a los que nos hayamos podido enfrentar como humanidad. Y mira que nuestra historia no es sino la historia de luchas y luchas sin fin contra el poder, los poderes, todos los poderes, pero esta en concreto es la más peliaguda. Nunca se me olvidó una frase que leí siendo niña y que se me quedó grabada. No recuerdo de quién era, tal vez anónima no sé; era una página de un almanaque. Decía: “Hasta el hombre más pobre de la tierra puede ser amo de un esclavo: una mujer.”
Ya sé, maestro, que no respondí a tus dudas, solo quise dejar escrito por aquí esa visión futura del tercer sexo, del ningún sexo, de que algún día seremos personas, solo personas, sin que su género determine sus vidas, como tampoco lo hará su color de piel ni otras características del estilo. Aunque sospecho que eso no lo veremos ni tú ni yo en estas distopías que nos ha tocado vivir. Quizás tampoco nuestros hijos, pues somos todos tan brutos (hombres y mujeres) que hasta podemos cargarnos el planeta antes de que entremos en razón.
Alejandro Carrillo dice
Carnalita, como siempre es bien chido leer tu visión. Concuerdo con un chingo. Poder algún día ser sin separaciones por la clase social, la raza, el sexo. Y sí, a lo mejor una revolución con bajas es la única solución, pero estaría chido también, que por lo menos, esos revolucionarios, esas revolucionarias, nosotros, no olvidemos hacer al mismo tiempo que la revolución de afuera, la de adentro, la de ser autocríticos, la de aplicar esos mismos conceptos ideológicos con nuestras familias, y con nosotros mismos.
Laura Antolín dice
Esa es la clave. La actitud. Las cositas en privado, de para adentro. Y ya cuando se salen de madre, bueno pues toca agitarse en muchedumbres. Pero menos ruido y muchas nueces. Y ahí está el engendro: dentro de cada cual, en su casa, en su alcoba, en su rellano, en su espejo. En su mente. Y de a pocos…
Lucila Nuño Parra dice
Estaría chido que tanto hombres como mujeres pudiésemos unirnos para lograr un mundo mejor, ya que las mujeres no somos las únicas afectadas por el machismo. Sin embargo, he visto últimamente, sobretodo en redes sociales como Twitter que cada grupo se ensimisma y no permite que entren las ideas ajenas. La verdad quisiera que estos grupos salieran de sus burbujas y vean que hay más ideas que pueden ayudar a ser la diferencia. No sé si es un sueño guajiro pero es lo que siento
Máximo dice
Gracias.