¡Me fascinan los perros! Ahí les va una lista de las cosas por las cuales me encantan:
1. La expresión de su cara cuando bosteza y el pequeño silbido, como si se desinflaran que se escucha.
2. Por las formas y colores de la parte interna de sus belfos; como montañas suaves, manchadas y húmedas
3. Por el olor de su hocico (ahh, sé que es muy discutible, pero a mi me encanta, es simplemente olor a perro 100% concentrado)
4. Porque viven en el presente y se permiten sentir todo; no son mojigatos ni contienen su agresividad y ni su amor, expresan lo que quieren en el instante mismo en que lo sienten.
5. Por sus patas acolchadas
6. Porque más de una vez me han salvado la vida; han estado ahí incondicionalmente dejándome darles la ternura y el amor que en ese tiempo no podía darle a nadie más.
Por supuesto, hay muchas más razones pero, no me extenderé aquí para enumerarlas todas porque esta entrada es sobre otra cosa, es sobre un libro, uno de mis libros favoritos de todos los tiempos, un libro de ciencia ficción donde los principales protagonistas son los perros.
El libro lo leí como desde los quince años. Mi mamá lo encontró de oferta en una feria del libro y sin saber de que se trataba me lo compró. Después de eso lo he leído dos veces más y, una tercera que se encuentra en proceso: en las noches, antes de dormir, me acuesto con Lydia y le voy leyendo de apoco cada uno de los cuentos o, si lo prefieren cada parte de la novela que enlaza la historia de la humanidad y la historia d elos perros trazada a un futuro muy muy lejano donde el planeta tierra es una cosa muy distinta de lo que conocemos ahora.
Hoy en especial, decidí escribir sobre este libro porque le leí a Lydia el cuento tres, donde por primera vez aparecen los perros y donde oímos hablar a Natahiel, con su extraño acento perruno, decirle a un ser humano que anda persiguiendo un ardilla, que por favor le diga en dónde está. ¡Me emocioné tanto cuando el perro abrió la boca que dije: hostia, tío, esto no puede ser, los lectores del Diario de un chico trabajador tienen que leer este libro, ya! Así que mejor me dejo de choros y les pongo aquí la introducción del editor de este libro, que no es otro que un perro del futuro, analisando los pros y los contras d ela veracidad de los cuentos que, si sea animan, leeran en Ciudad.
(pssst, si les gusta la introducción, dén click ahí en el botón que dice “leer ciudad” y bájense este librazazaso)
CIUDAD, de Clifford D Simak
E?STAS SON LAS HISTORIAS que cuentan los perros, cuando las llamas arden vivamente y el viento sopla del norte. Entonces la familia se agrupa junto al hogar, y los cachorros escuchan en silencio, y cuando el cuento ha acabado hacen muchas preguntas.
– ¡Que? es un hombre! -¿Que? es una ciudad? – ¡Que? es una guerra!
No hay respuesta exacta para esas preguntas Hay suposiciones y teori?as y conjeturas, pero no hay respuestas.
En esos grupos familiares ma?s de un narrador ha tenido que explicar que so?lo se trata de un cuento, que no existen cosas tales como una ciudad o un hombre, que en los cuentos, que no pretenden ma?s que entretener, no hay que buscar una verdad.
Explicaciones semejantes, que pueden servir para los cachorros, no son explicaciones. Aun en unos cuentos tan simples hay que buscar la verdad.
La leyenda, que consta de ocho cuentos, ha sido narrada durante siglos y siglos. Hasta donde puede saberse, no tuvo un comienzo definido, y el ma?s minucioso de los estudios no podría explicar su desarrollo. Es indudable que en el curso de muchas narraciones la leyenda ha ido estilizádose, pero no hay modo de estudiar el proceso de esa estilización.
Que es antigua, y, como sostienen algunos escritores, quizás en parte de origen no perruno, se deduce de las abundantes incongruencias que salpican los cuentos; palabras y frases (y peor que todo, ideas) que no tienen actualmente ningún significado, y que quizá no lo han tenido nunca. A trave?s de repetidas narraciones, estas palabras y frases han sido al fin aceptadas y, por el sentido del contexto, se les ha asignado un cierto valor arbitrario. Pero no es posible saber si estos valores se aproximan o no al sentido original
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Esta edición no intentara? inmiscuirse en las discusiones técnicas sobre la existencia o no existencia del hombre, o el problema de la ciudad, o las varias teori?as acerca de la guerra, o las otras muchas cuestiones que asaltan a quien busca en la leyenda un fundamento histórico u objetivo.
El propópsito de esta edición es so?lo el de dar el texto actual de la leyenda, completo e inexpurgado. Las notas que preceden a los capi?tulos sen?alan los puntos ma?s importantes y discutibles, pero no pretenden sacar conclusiones. Aquellos que deseen una mayor comprensión de los cuentos, o de las diversas consideraciones que han inspirado, pueden recurrir a otros libros, escritos por perros ma?s competentes que el presente editor.
El reciente hallazgo de varios fragmentos de lo que fue sin duda una obra bastante extensa, ha sido considerado argumento definitivo en pro de la atribución de al menos parte de la leyenda al mitológico (y discutido) hombre, y no a los perros. Pero hasta que pueda probarse que el hombre existió? realmente, la opinión de que e?l fue el autor de estos fragmentos es de muy escaso valor.
Particularmente significativo, o perturbador (todo depende del punto de vista), es el hecho de que el titulo aparente de los fragmentos sea igual al de una de las historias que aqui? presentamos. La palabra en si?, como es natural, no tiene ningún sentido.
La primera pregunta, por supuesto, es la de si alguna vez ha existido una criatura llamada hombre. Por el momento, ante la ausencia de pruebas positivas, lo ma?s razonable es opinar que no; que el hombre, tal como se lo presenta en la leyenda, es obra de la imaginación folklo?rica. El hombre debe de haber aparecido en los primitivos di?as de la cultura perruna como un ser imaginario, un dios racial, invocado por los perros en los momentos de apuro, y al que recurrían cuando necesitaban ayuda.
Sin embargo, a pesar de estas mesuradas conclusiones, hay au?n algunos que ven en el hombre un antiguo dios, un viajero procedente de alguna tierra mística o de otra dimensión, que vino a este mundo, se quedo? entre nosotros, y nos ayudo? y volvió al fin a su lugar de origen.
Hay au?n otros que creen que el hombre y el perro pueden haberse desarrollado juntos, ayudándose mutuamente, completándose en el desenvolvimiento de una cultura, y que en un punto perdido en el tiempo tomaron distintos caminos.
El elemento ma?s inquietante de estos cuentos (y los elementos inquietantes son muy numerosos) es la reverencia con que se trata a los hombres. Es difícil para el lector común aceptar esa reverencia como algo simplemente imaginario. Va más alla? de esa adoración superficial que se rinde al dios de la tribu; uno nota, casi instintivamente, que esa reverencia debe hundir sus rai?ces en alguna creencia olvidada o rito prehistórico.
Hay por ahora pocas esperanzas, naturalmente, de que algunos de estos temas de controversia puedan ser solucionados.
Aqui? esta?n, pues, los cuentos, para que ustedes los lean a su gusto: so?lo por placer o en busca de algún significado histórico u oculto. Nuestro mejor consejo al lector comuún: no
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los tomen muy en serio, pues la confusio?n ma?s completa, si no la locura, acecha a lo largo del camino.
Héctor Sánchez dice
Me suena al planeta de los simios.¿Que fue primero?
Estoy de acuerdo contigo los perros son la onda, mi mascota se llama Iume y es una perrit que vive en armonia sin ponerle condiciones a la vida. 😀
Alejandro Carrillo dice
Este libro fue primero, es de los 60s… bueno, creo que fue primero. Jeje… ¿De qué raza es tu perrita? Un abrazo.
Héctor Sánchez dice
Terrier Jack Russel de patas largas (Milo el perro de la máscara)
Alejandro Carrillo dice
jeje, qué chido, ese está re bonito.