Hace 12 años escribía y me masturbaba casi todos los días. Me sentía chiquito y tenía la cara y el cuerpo un poco gordos. En la noche, o en la tarde, (casi siempre después de masturbarme, o al mismo tiempo) agarraba una pluma y me ponía a escribir las cosas que había visto durante el día. No era un diario en sí, y no tenía una forma muy concreta, pero después de unos meses se me ocurrió que podía juntar todos esos fragmentos sueltos y hacerlos una novela. La llamé “Buscando Guayaba”…sigue leyendo