Apenas puedo dormir; la luz de los faroles de la calle se mete por mi ventana y así aunque cierre los ojos veo todo rojo. Pero no es esto lo que me impide dormir. Mi mente no puede parar. No. No es mi mente. Es algo dentro de mi cuerpo, metido entre mis huesos, entre los pliegues de mi estómago o en medio de mis pulmones…sigue leyendo