Hace mucho que no me pasaba esto: voy manejando, atrapado en el calor del sábado, aplastado por el mar humor (que en realidad es mucho más un humor malo con un error de dedo que un humor marítimo), por el tráfico, por la vida lenta, bochornosa, de estar encerrado en el carro, esperando a que los demás avancen y yo pueda dar vuelta en la glorieta de Miguel Ángel de Quevedo. Mi hermano va a mi lado; conecta el iPod al estéreo y la day play a…sigue leyendo