El jardín está lleno de grillos; salgo a pasear con cuidado para no aplastarlos. Sus patas delicadas, casi transparentes, saltan sobre los autos, los pantalones de la gente hasta que aparecen, nadie sabe cómo, dentro de un departamento en el quinto piso de un edificio. Antes de dormir, con la cabeza llena sus cantos metálicos, me acuerdo de este poema…sigue leyendo