En una tarde opaca, turbia, llena de recuerdos, de hojas de té y dedos frios moviendose sobre teclas de piano. El aire afuera de la ventana no podía ser más seco y el clima del mundo no podía ser más triste: es como los días en los que el horizonte se cierra sobre tu garganta o en que la angustia te aprieta con una mano el cuello y te avienta contra la pared…sigue leyendo