Fuegos artificiales, vivos, en cada una de mis células: miles de imágenes y sueños, cruzar países, partirse el pecho a la mitad por vivir la aventura más grande: cruzar caminos, arriesgarse, amar, morirse de dolor; estoy sentado en la banquitas de Don Camione en Tasqueña esperando el camión que me llevará a ver a mi novia. Es casi una costumbre. Me paro, meto la moneda en la rocola, selecciono 2 canciones y me siento a esperar; como cometas de neón, montones de sensaciones empapan mi cuerpo emocional y de lágrimas mis ojos. En estos momentos me siento cómo si estuviera en una novela, a todo volumen, a punto de ver a mi chica, oyendo dos de mis canciones favoritas.
Tres años después me siento un domingo a las 3 y cuarto de la mañana a escribir sobre estas canciones. Todo es diferente. Hace mucho que no veo a la linda chica que era mi novia, y hace mucho que no oigo estas canciones, hasta ahora. No pude escoger entre una y otra para la canción número 23, así que puse las dos. De cualquier forma son rolas de la misma familia, hermanas, y vienen en el mismo diso que para mi es el mejor álbum que ha hecho U2, el All that you can’t leave behind.
Stuck in a moment y Walk On.
Antes de la rocola de Don Camione escuche estas rolas un montón de veces en el viaje que hice a Marruecos, especialmente en el trayecto en tren de Rabat a Casablanca; tenía los audífonos a todo volumen mientras escribía en mi libreta negra, un montón de cosas existenciales; casi podía sentir como había un antes y un después de oír esas canciones. El tren se comía los árboles, a las personas y a kilómetros y kilómetros de camino a su paso. All that you can’t leave behind, ¿que era todo lo que había dejado atrás? En ese momento pensaba que un montón de cosas, sentía que estaba viviendo una gran aventura después de haber dejado a mi familia y a mi historia de amor. Me acuerdo mucho de ese viaje, tal vez más de lo que debería; los acantilados, el amor, las calles angostas, los balcones, las paredes pintadas de blanco, el peligro, la arena del desierto, el sabor del comino y el te de menta. Las camas llenas de chinches, el miedo. Puro romanticismo, había cambiado las trágicas historias de amor tipo la Dama de las camelias por las aventuras exóticas en países lejanos. Estaba construyendo la imagen que siempre había querido tener de mi mismo, la imagen perfecta del personaje que me habría gustado ser en una novela. Una simple imagen. Pero era uno de los muchos trucos de la escritura y uno de los motivos por los que me ha costado volver a escribir; al escribirlo y al leerlo todo se volvía una aventura mágica, muy lejana de la verdadera realidad; una triste forma de estar vivo sin estarlo. Tenía todo, los colores, los fuegos artificiales de la aventuras, las películas épicas, las novelas trágicas, los camellos, la brisa del mar, el riesgo de morir en calles angostas con olor a pescado. Y al final toda esta aventura no vale nada comparándola con los colores, lo fuegos artificiales, los parpadeos del amor indefinible latiendo dentro nuestro sin importar si nunca hemos viajado, o hemos tenido historias trágicas y dignas de ser contadas. NADA se compara a las luces multicolores y las explosiones de amor dentro del corazón de los hombres sencillos. Sin importar si son abogados, secretarias del imms con turnos de 10 horas que nunca han salido de la ciudad y que además viven con sus padres. Si ellas pueden sentir ese calor en su corazón entonces no tienen nada más de que preocuparse ni que buscar, ni en montañas nevadas lamidas por la luz de la luna, ni en obscuros arrabales de una ciudad del mediterráneo, ni fundiéndose en no sé que ojos eternos de no sé que amor de la vida.
A mi me sigue pasando, esto de creer que necesito viajar más, o que necesito arriesgarme más, conquistar más, coger más, forzarme a sentir sensaciones épicas, ultrasensoriales y conmovedoras.Bahffffff.
Ahhhh, pero gracias a Dios a los hombres sencillos nada de esto les interesa.
Pero fuera de todo, y de la importancia “existencial” que en su momento les haya puesto, estas dos canciones son grandiosas, suenan a viajes y a emoción, solo escuchen la música (las guitarras de The Edge son grandiosas y la voz de Bono, como siempre, me emociona, pero esta vez más, más) y la letra.
Chale, ya es bien tarde, son más de las 4, me voy a dormir.
monster beats dice
Scherzando, si può fare, in linea con i poveri mi tirare la cosa, on-off scoppia