Queda abierta la convocatoria para escribir un cuento de Porno Fantástico. El ganador a la mejor historia se llevará el libro: “Breve historia del cine porno”. La convocatoría termina el último día de Mayo. Hay que subir las historias a esta misma entrada, en los comentarios.
Bueno: buena suerte y que tengan felices, muy felices y pornográficas histórias.
Para inspirarse les dejo algunos links de pornografía fantástica (gráfica) y mi historia, que no concursa pero que igual comparto con ustedes.
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Un monstruo acuático se baña en la alberca de una bella chica que vive completamente sola. La chica, Elizabeth Anne, se despierta con ganas de nadar un rato, así que se pone una bata y baja a la enorme piscina envuelta por las brumas. La bata cae lentamente de sus hombros, desliza su tela suave por su espalda, por sus muslos y cae sobre las baldosas mostrándonos un cuerpo delgado, perfecto, dorado, cubierto por un pequeño traje de baño.
Elizabet Anne se lanza de un clavado al agua y flota sobre la cálida superficie, se sumerge, nada de un lado a otro y se tira de muertito para ver la noche cerrada, sin estrellas. Un ruido irrumpe la ensoñación de la chica: alguien más chapotea a unos metros de distancia. Elizabet Anne voltea y lanza un chillido de horror cuando ve al monstruo húmedo, lleno de escamas, retorcerse en el agua.
Elizabet Anne salé corriendo, coge la bata y mientras huye se las arregla para ponérsela y cubrirse del frió. El monstruo la persigue, viene detrás de ella emitiendo una especie de sollozos y chasquidos. Elizabet Anne se mete a la casa y se encierra en la habitación.
Silencio.
El tiempo pasa y nadie llega a su puerta ni intenta tirarla ni hacerle daño. Algo extrañada, dudando de si su visión fue real o un simple efecto secundario por leer tanta literatura fantástica, decide bajar a inspeccionar.
Lo hace con cuidado. Camina de puntitas. Apenas y hace ruido.
Vuelve a oír el sollozo. Viene de la sala. Por alguna razón ya no le da miedo. Se asoma con cuidado y ve al monstruo sentado, llorando.
Elizabet Anne, su corazón ablandado, se compadece del monstruo y se acerca, le pregunta que está haciendo. Él le muestra una foto y le dice que está triste, que llora por ella, por la chica de la fotografía, su ex-novia. Elizabet Anne se sienta a su lado y lo consuela, le dice que no se preocupe, que hay un montón de peces en el mar y que aunque entiende que esté triste, no debe hacer eso de meterse a casas que no son la suya. A pesar del consejo el monstruo sigue llorando. Elizabet Anne no sabe que más hacer hasta que, por coincidencia, voltea a su entrepierna y ve que el ser acuático tiene una verga monstruosa, suculenta, que gotea. Ella, sin pensarlo dos veces, se pone de rodillas y se la mete toda en la boca, contenta por tanta suerte.
El monstruo, todavía melancólico, le dice: “Hey, mi novia nunca me hacía eso”.
Esta pequeña historia, y alguna más alucinantes, chistosas, simplonas, divertidas y no muy bien hechas, las encontré en una página de Porno Fantástico, sí, como lo oyen. La página se llama Freack Fukers y es una extraña mezcla de cosas bizarras e imaginativas: el Yeti cogiendo en el bosque con un rubia extraviada, un tipo que en vez de manos tiene dos penes o una señorita con una enorme vagina que le cubre toda la panza.
Es interesante ver como el porno se mezcla con la imaginación y, aunque lo único que pude ver son los trailers de las películas, porque son gratis, se nota que son frescas y valen los minutos invertidos, a pesar de que están lejos de ser obras maestras.
Vean aquí los trailers y si deciden inscribirse y bajarlas completas, no sean gachos y compártanlas.
Además, mientras hacía algo de investigación, o trabajo de campo para esta entrada, encontré unas páginas más, aunque no tan imaginativas, que podrían encajar en este subgenero del porno fantástico. Ahí les van:
Porno Fantasy (a la señor de los anillos)
Porno de vampiros (Vampire Porn): Latex, vampiros, chicas góticas, chicas emo
Bien, investiguen con detenimiento todas estas fuentes de inspiración y escriban, si les parece, una historia breve de porno fantástico. No tiene que estar muy elaborada. Al ganador del el diario de un chico trabajador le regalará un libro sobre la historia del cine porno(está usado, pero no se preocupen, la única huella de eso son los párrafos subrayados). La convocatoria queda abierta hasta el último día de mayo. Las historias hay que pegarlas en esta página, en la sección de comentarios.
Para poner el ejemplo, aquí les va mi historia.
La lata de calamares
Estaba muy caliente. Había estado así desde la primer hora de la mañana y ya no podía soportarlo más.
Tan pronto llegó a su casa, Viky sacó de un closet alargado y oscuro que le había regalado su abuelita, algunos utensilios: consoladores granulados de 40cm, gordos como carne molida enrollada, bolitas vibradoras fosforescentes, lubricantes, y un batallón de películas porno.
Escogió una de las cintas(“Las lágrimas de un chorizo”) y la puso en el reproductor. Se quitó la blusa y mientras el protagonista, un tal John Long Horse, que pasaba sobre una docena de mujeres un alucinante miembro viril, lustroso y rollizo, de 37 centímetros, se desabotonó la blusa, sacó el enorme par de tetas rubias y bronceadas y comenzó a acariciarlas con una loción de coco.
Luego, lentamente, porque aunque estaba ansiosa sabía que la paciencia en aquel ritual la llevaría a sensaciones más intensas, se quitó la falda azul de su traje sastre, y desabrochó el sujetador. Se dejo las pequeñas bragas de encaje puestas y haciendo a un lado la tela que cubría el objeto de su placer, deslizo delicadamente sus dedos en el interior confortable, cálido y chorreante de su vagina.
Los dedos entraron y salieron tejiendo movimientos pausados, dibujando figuras exóticas y novedosas. Luego tomó uno de los consoladores(transparente), derramó sobre él un poco de loción humectante de coco y se lo introdujo de golpe. Viky, a pesar del talento de John Long Horse y las caras salpicadas de las actrices por sus eyaculaciones, prefirió cerrar los ojos e imaginar a todos los hombre de la vida real a quienes les gustaría acariciar sus hinchados y húmedos garrotes: Marco, el chico que hacía los recados en a la oficina, el barredero con su traje naranja apenas ocultando la enorme montaña que se abultaba en su entrepierna, y hasta el tipo de los tacos de canasta que se paraba con su bicicleta afuera del trabajo a vender sus preparados de frijol, papa, adobo o carne enchilada.
Pasaron alguno minutos y auque Viky se esforzaba su imaginación no la conducía a ningún lado. El placer del enorme monstruo vibrador que le sacudía las entrañas era apenas una sombra pálida, una sensación deslavada que no la dejaba conforme y que no le quitaba esa terrible angustia que se le había encaramado en el vientre. ¿Pero, por qué, qué le pasaba, por qué no lo conseguía?
Desesperada dejó el miembro de plástico y en un ataque de frustración lanzó la loción de coco contra el televisor.
Se paro y caminó a un lado y otro del departamento. Parecía un felino en una jaula, expectante, dispuesta a lanzarse a la primera idea que se le viniera a la cabeza para satisfacerse.
Sus pasos la llevaron a la cocina. Se sirvió un vaso de agua. Se sentó en la mesita, al lado del teléfono y repasó la lista de chicos que vivían cerca de su casa y a quienes no les importaría que ella se presentara semi desnuda a mitad de la noche y se lanzara a chupar su jugosa entrepierna.
¿Pero eso la calmaría? La duda volvió aventársele como un animal furioso hasta que, de pronto, un objeto resplandeciente en uno de los estantes de la alacena llamó su atención.
Colgó el teléfono.
Se puso de pie y caminó a la alacena.
El objeto brillaba lanzando destellos metálicos que se sincronizaban perfectamente con las pulsiones de su entrepierna. Viky se acercó y tomó el objeto en sus manos.
Era una lata de calamares. ¿Qué le estaba pasando, se estaba volviendo loca? No sabía porque pero nada hasta ese momento la había excitado tanto. La visión de la lata y de lo que podía hacer con ella fue incluso más intensa que la primera vez, a los 14 años, en que vio el enorme miembro mojado de su primo masturbándose, cuando pensaba que nadie lo veía, en el cuarto de su mamá, con su ropa interior. Incluso más intenso que la vez que acarició el aparato de un enano que acababa de conocer en un bar. El brillo de la lata simplemente la volvió loca.
Se dejó caer al piso de la cocina, vencida por la intensidad y boca arriba separó las piernas y se metió la lata con fuerza, dejando que los bordes circulares, fríos, rasparan sus pliegues.
Mientras hacía esto, ocurrió lo inesperado.
La lata comenzó a saltar de sus manos, a revolverse como si tuviera vida propia. Viky, espantada, la soltó y se enderezó ligeramente. Pero el movimiento de la lata era tan sutil, y delicado, que luego de la sorpresa inicial la dejó moverse a su ritmo; la lata jugueteaba y se aventaba de cabeza contra sus paredes, dando empujoncitos. Danzaba, danzaba como una libélula en la noche buscando la luz de un farol, danzaba llena de amor dentro de la piernas de Viky y el baile era fugaz, celeste, divino.
Viky apretó los párpados. ¿Eso era el placer, esa intensa humareda llena de estrellas y revelaciones? Jamás había llegado hasta ahí, y ni en sus sueños más enloquecidos habría imaginado que eso existiera.
La lata rodó fuera de su vagina y se detuvo frente a ella. Durante unos segundos no ocurrió nada; era una simple lata, quieta, frente a una chica cualquiera en una cocina cualquiera en un departamento cualquiera en la Ciudad. Pero la lata volvió a revolverse; pequeños abultamientos surgían aquí y allá. Era como si puños diminutos golpearan el metal desde adentro.
Los puños finalmente abrieron las paredes de aluminio y de sus agujeros pequeños tentáculos escaparon a la luz de la cocina. Los tentáculos eran pardos y a pesar del tono opaco refulgían.
Viky se quedó contemplando la escena: en sus pupilas seguía brillando la noche, y el deseo, y la ganas imperiosas de volver cuando antes a aquel estado que hacía unos instantes había hecho que todos los segundos de su vida se borraran, que desaparecieran en esa neblina blanca donde el placer revoloteaba en su estado más puro.
Tzitzi Janik dice
¿¿Pero cómo te lo hacemos llegar ?? ¿¿Hasta cuando está abierta la convocatoria?? jejeje digo, es una buena forma de sacar mis patologias sin ser mal vista socialmente… jajaja 🙂
Saludos!! espero respuesta!!
Ale dice
Tzitzi: tienes razón, se me olvidó explicar algunos detalles pero ya los puse al principio de esta entrada.
Las historias hay que irlas pegando aquí, en los comentarios.
La convocatoria cierra el último día de Mayo.
Irene dice
Hola! Yo quiero ganarme ése libro sobre historia del porno. Incluso ya tengo el cuento, pero cómo debo hacer para mandarlo?
: ) gracias.
Ale dice
¡Hola Irene! Sólo tienes que pegar tu cuento en la sección de comentarios de esta misma entrada, igual que el comentario que acabas de escribir.
¡Un abrazo!
Héctor dice
Definitivamente es lo mas brillante que leido en mi vida!!!!
hahahaha, ayer yo vi “hagamos una porno”, ojala un día de estos se quite todo el velo sobre los tabus de la sexualidad y disfrutemos como animales y seres tan divinos que somos del SEXO en todas sus expresiones!!! HUA HUA HUA 🙂
Asmara Gay dice
TESEO Y EL TORO DE MINOS
por
ASMARA GAY
Allí estaba Ariadna, frente al oráculo, consultando una vez más su porvenir, ese dionisíaco destino que la esperaba. La sacerdotisa de Apolo nunca se equivoca, se repetía: le había pronosticado una vida apartada en una isla y dedicada a complacer a Baco, el dios del vino. Tal vez por esto se prendó de Teseo desde su llegada a Knosos y se incorporó entre la fila de muchachos y doncellas que serían sacrificados al Toro de Minos.
Entre oscilantes ráfagas de luz y oscuridad, la pestilencia y el miedo dentro del laberinto se dejaban sentir. Los bufidos se acercaban, cuando en un claro de luz apareció el Minotauro: majestuoso, viril, incomparable a ningún ser sobre la Tierra, digno descendiente de Poseidón.
Ariadna, belleza en bronce, se mantuvo en trance con solo verlo. Pausadamente, el Minotauro se le acercó, bufando con todo su poder sexual declarado. El caliente aliento del Cabeza de Toro inundaba los cuerpos y su miembro, gigantesco, se mantenía levantado en señal de poderío, grandeza y dominación; así, se acercó a su presa.
Ella estaba extasiada, con sus pezones levantados y puntiagudos, la humedad de su sexo goteaba. Tal vez fue el perfume de este sexo lo que hizo reaccionar a Teseo de la forma en que lo hizo: cortó de tajo, con la espada que llevaba escondida en su quitón, la cabeza y el falo del Minotauro. El cuerpo del engendro cayó en su propio festín sanguinolento.
La sangre entre sus cuerpos, la húmeda oscuridad, el calor, el hedor, los bufidos, habían despertado también el miembro de Teseo quien, tomando en su mano el falo recién cortado, fue a invadir el virginal cuerpo que aún se ofrecía. Ariadna, princesa cretense, fue penetrada con violencia a la vez por Minotauro y Teseo. Pero éste, astuto, al tiempo que realizaba su dionisíaco error, ya vislumbraba una salida: enviaría a Ariadna a la isla del mismo dios que le había llevado a cometer tan reprobable acto: Baco
Ale dice
Recibido Asmara… gracias… por cierto, te he estado mandando algunos mails con respecto al concurso anterior, no sé si los has visto… si puedes avísame… un abrazo…
Héctor dice
Maldición de la Luna
Por: Sandokan
Corría, por la calles del pueblo, las campanas sonaban las 12, el viento soplaba de manera caprichosa como la de un niño furioso, con la fuerza de un gigante torpe; mis pies me dolían llevaba torceduras, no importaba, lo único que me traicionaba era la falta de aliento, aliento que en poco tiempo perdí y que añoré con clemencia mientras la criatura se apoderaba de mi en su incesante acecho. Yo lo vi delante de la iglesia como su cuerpo cambiaba crujía como el de un cucaracha al fuego de la fogata, como el olor de los esquites, pretendía cubrir hipócritamente la escena tan funesta que presenciaba mis ojos. Mis ojos son de color azul tan bellos como la turquesa, tan brillantes como el mar a las 12 de la tarde, eso es lo que mi madre me dice.
Aquel hombre de rasgos varoniles, aullaba a la luna solo nosotros dos en ese pueblo en ese instante, yo no podía evitar sentir excitación sus poderosos músculos y su pelaje de caballo me recordaban a las tardes cuando montaba el caballo de mi tío, y sentía su calor su movimiento en mi pelvis, la excitación era tan rítmica tan natural y salvaje, y yo solo una jovencita de 16 años estrenando cuerpo de mujer, mi pechos acababan de conseguir su tamaño, al igual que una fruta recién madura, con sus tonos rojizos que invitan a los labios y a los dientes.
El sentimiento era entrecruzado miedo y erotismo, pude huir pero la curiosidad brotaba desde mi triangulo caprichoso, sentía como mi piernas se acalambraban mientras observaba miraba, contemplaba, aquel cambio tan radical, en este hombre, ahora un lobo.
No tardó en notar mi presencia así que aventaje y me eche a correr pero sus cuatro patas aventajaban a mis dos muslos de ninfa, corrí por las calles tome la calle de la serpiente, me dirigía de izquierda a derecha de derecha a izquierda, zigzag, en cada paso mi aliento disminuía, el calor se sentía más cerca, mi pierna tropezó con antigua coladera, y quede atrapada en la inercia de mi huida, fui a desplomar al suelo de piedras cada roca de río recibió a mi cuerpo como infinitos golpes, testiguando mi fin.
No podía voltear, simplemente todo fue muy rápida, el aliento fétido, la humedad en mi nuca, la estática de su pelo, sus dientes letales acariciaban mi piel virgen, inmaculada. Sentí como penetraba mi carne como la carne se desgarraba con gran lujuria, nunca me había sentido tan bien.
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No podía controlarme ya no era yo solo podía presenciar la secuencia de actos que en mi vida ante la sociedad jamás hubiera cometido, el animal era yo, recuerdo verla en el piso, y su pierna rota en al coladera, no podía de percibir su olor inholoro tan confortante, mi parte animal se erectaba y lo único que puede sentir era el impulso primario de la evolución la tome con mis dientes y la arrastre a una esquina, está esquina adornada por una enredadera llena de flores que despedían su perfume al flor de la noche, no lo podía creer ella estaba excitada, su entrepierna goteaba, sus ojos eran vidriosos, su piel estaba rojiza, su cabello estaba despeinado, ella vio mi miembro viril y lo tomo en sus manos mientras los sujetaba yo mostraba sumisión, ella era la domadora de bestias, mis manos mitad patas y mitad hombre sujetaron su cuerpo y la tomaron mientras rompían su vestidura hay en la noche obscura como boca de lobo en un rincón de flores sucedía, el intercambio de deseo.
Su pezones frotaban mi cuerpos se ronroneaba como gata, y mi pene tan grande como el de un perro tan grueso como para abrir las puertas de un ciudadela, ella en el piso yo de cuatro patas, ella frotaba mi pene, oooh si supieran las dulces manos, dulce festín ella mostro sus nalgas redondas duras paradas, tan paradas que se podía ver su vagina, yo acerque mi hocico y lo lamí, ella gemía, la penetré, afuera y adentro, cada vez pedía más, mi furia sosiega,mi rugidos y los suyos se confundían como autentico masacre, procuraba mantener su entrepierna bien metida dentro de mi pene, se estaba muriendo y volvía a nacer, se lastimaba contra las piedras, era una gata salvaje, no le importaba solo quería sentir mi aceros en sus labios, empezó a quebrarse y a temblar sus ojos se desorbitaban su cabello salvajemente despeinado, orquestaron unos espasmo que casi cortaba mi pene, un furia incesante su vagina y mi pene cada uno desando poseerlo debatiendo quién ganaría, nuestros corazones latían al unisonó, ella empezó a llorar le dolía mucho sus viseras mi pene era muy grande era monstruoso, suscitó con el primer y final orgasmo de su vida en el escalón de su primer climax de excitación tomo paso al otro mundo, su cuerpo quedó tenso e inerte durante varios minutos y yo atrapado entre su monte de Venus, procure terminar mi placer. Pasaron dos horas, escuche voces mi libre y me eche a la fuga, allá lejos vi su cuerpo desnudo tan blando como la perla, reposar en un manto de flores en la esquina de aquella calle de pueblo, yo huía como lo que era, un animal. Al inicio del alba, desperté en el bosque acostado a lado de unos pinos, desnudo, lleno de sangre y embriagado por el dulce olor su miel, sentí remordimiento pero recordé que no fui yo fue la maldición de la luna.
FIN!!!!
PD. DOS HORAS COGIENDO! ESTO ES UN SUPER LOBO :p
Irene dice
Aquí está mi cuento D:, antes de que acabe el tiempo.
La nada verde.
Ésa mañana me cité con Estela para desayunar. Era sábado y antes de despertar tuve un sueño que me proporcionó un orgasmo memorable, tanto que creí que estaría completamente húmeda, aunque al tocarme el sexo me di cuenta de que todo había sido meramente onírico.
Aún tibia me metí a la regadera y me lavé el cuerpo con cuidado, salí de la ducha y puse algo de música en la computadora, mientras tarareaba elegí un bonito conjunto rojo de encaje, una falda blanca entallada y una blusa azul marino. Me embadurné de crema, me sequé el cabello y me vestí. Me rocié un poco de perfume, me aplique un poco de labial rojo, algo de rubor y estaba lista. Mientras iba en el coche pensé en el tiempo que llevaba sin acción. Esos esporádicos toqueteos en fiestas y antros con casi desconocidos, o con recién conocidos, o con viejos conocidos, eran como un chorrito de agua para mí, que estaba completamente sedienta.
Al llegar vi a Estela saludándome desde la mesa, su hermoso cabello rizado brillaba bajo el sol matutino y no pude evitar pensar en la discreta espesura de su vello púbico. Al llegar la bese en la comisura de los labios, ella sonrió encantada y un ligero rubor coloreo sus mejillas. Al sentarme me comentó que se había tomado la molestia de ordenar para mí un jugo de naranja. Le di las gracias y la miré fijamente a los ojos, para que se diera cuenta de cuanto la deseaba. Dio resultado porque en seguida percibí su respuesta, casi pude ver sus redondos pezones erectos a través de la blusa que llevaba puesta, y ese liquido que corría y se retorcía dentro de su cuerpo me hacia querer desnudarla y tomarla en ese mismo instante. Le acaricié la pierna por debajo de la mesa y ella me miro excitada, preguntándose qué haría a continuación. Conocía a Estela y sabía que le gustaban esos juegos atrevidos, habíamos hablado suficiente de nuestras experiencias con hombres y nos habíamos compenetrado tanto que yo sabía exactamente como hacerla feliz. Deslicé mi mano por su muslo y llegué a la entrepierna, mi corazón dio un vuelco al sentir su sexo tibio, más que tibio, caliente y expectante, como si su clítoris latiera ante la posibilidad de mi tacto. Un mesero se acercó y yo hice ademán de retirar mi mano, pero ella se adelantó y suavemente presiono mis dedos contra su sexo, mientras ordenaba dos omelettes y dos tazas de café. La masturbé torpemente a través de las bragas y sentí el furioso arrebato de llevarla a mi casa y cogérmela sin tregua. Pero todavía nuestra relación no había llegado a ese punto. Tenía que esperar y conformarme con masturbarla mientras comía un omelette con hongos y sorbía mi taza de café. Intenté hablarle de mi trabajo pero no podía concentrarme, en mi mente solamente veía la imagen de su vulva chorreante y sentía deseos de verla gimiendo, gritando y retorciéndose, viniéndose una y otra vez. Sus senos enrojecidos y sus pezones firmes, casi con deseos de escapar de las aureolas debido a un orgasmo demasiado violento.
Finalmente no pude resistirme y por la tarde, mientras caminábamos dentro de un museo, la invité a mi casa. Aceptó inmediatamente, de una forma casi obscena que me hizo darme cuenta de que llevaba todo el día deseando que se lo pidiera, y entonces imaginé sus bragas húmedas, bragas que le quitaría seguramente en menos de una hora. Mientras íbamos en el coche me comentó algo sobre su madre y luego me pidió que me detuviera cerca de un parque, en un lugar bastante oscuro. Entonces de repente saco de su bolsa un consolador transparente y venoso y me dijo que quería follarme con eso. Me reí y acepté. Fuimos al asiento trasero del coche, me puse en cuatro y ella detrás de mí me arremango un poco la falda, con un dedo tibio comenzó a acariciarme los labios y el clítoris, empecé a gemir cinco minutos después y entonces sin avisarme recorrió un poco a un lado mis bragas rojas y metió un dedo que comenzó a mover suavemente, se incorporó y busco mis senos con una mano mientras sus dedos jugueteaban con la humedad de mi sexo. Le propuse que hiciéramos un sesenta y nueve mientras me metía aquel consolador. Entonces me puse boca arriba y ella coloco sus hermosas nalgas justo sobre mi cara y su sexo inflamado y caliente al alcance de mi lengua. No dudé ni un segundo y comencé a lamérselo. Estela hizo lo mismo con mi clítoris, chupando como si se tratara de un dulce, se detuvo un segundo y deslizo aquel pene artificial dentro de mi vagina, gemí un poco y continúe fascinada con mi trabajo, estábamos cogiendo bastante bien, por lo que no pude evitar venirme. Ella me miró sonriente, me había ganado.
Me levanté y elogié sus capacidades lingüísticas, luego le apreté una teta y me arroje encima de ella casi arrancándole la blusa para encontrarme con dos senos protuberantes, introduje uno de ellos en mi boca y lo saboree durante unos segundos. Después me levanté y le dije que si íbamos a mi casa podíamos pasarla aún mejor. Estela fue a sentarse al asiento del copiloto y yo me dispuse a manejar. Mucho más relajada en cuanto a tensión sexual. Pero quería más.
Al llegar a mi casa estaba todo a oscuras y le pregunté si quería tomar algo. Hubiera odiado que me dijera que a mí, por fortuna dijo que si tenía cerveza, así que agarre una fría del refrigerador y la puse en la mesa de la sala. La besé y le dije que me esperara un segundo, tenía que ir al baño. Dentro del baño me di cuenta de que había quedado bastante despeinada por el incidente del coche. Afuera empecé a escuchar risitas. Me pregunté si habría empezado sin mí, pero al salir del baño debo decir que me asustó lo que vi: Estela estaba masturbando a un hombrecito verde con un pene de proporciones anormales para su cuerpo, su ropa me recordó a la de uno de esos duendes de la mitología irlandesa. Cuando se dio cuenta de que estaba mirando, Estela me dijo: así es como me divierto cuando estoy sola, ¿no te parece maravilloso? A decir verdad, lo era, aquel hombrecito tenía un pene magnifico, mucho mejor que cualquier otro que hubiera visto antes. “Si” le dije, pero ante mi expresión perpleja Estela soltó una sonora risotada, que no te dé miedo, me dijo, y me agarro la mano para que la ayudara a masturbar aquel pene estruendoso y verde. Cuando tomé confianza ella se levanto y comenzó a desnudarme, me apretó las tetas, lamió mis pezones y al quitarme la falda me azotó algunas veces en las nalgas. El hombrecito parecía encantado, al ver la expresión de su rostro perdí el control y comencé a chupársela. Estela me miro complacida y hundió su cara entre mis nalgas, comiendo todo lo que es posible comer en esos lugares. Estaba a punto de estallar cuando Estela le dijo al hombrecito que me follara y ella se puso frente a mí con las piernas abiertas para que hiciera con ella lo que quisiera. Sus piernas abiertas me parecieron el paisaje más hermoso que jamás había visto y con mucho gusto lamí sus labios vaginales y su clítoris e introduje mi lengua en su vagina mientras ella gemía descontroladamente y el hombrecito verde me cogía de una manera increíble, porque se trataba de un ente de apenas un metro y sin embargo sus embestidas me proporcionaban un placer que no pude catalogar como algo de este mundo.
Después de no sé cuanto tiempo de estar así el hombrecito saco su enorme cosa de mi cuerpo y se puso a cogerse a Estela. Aquello sobrepasaba mis límites, los gestos de Estela eran como mil lenguas encendidas recorriéndome, entonces ella tomo mi mano y me dijo que quería hacerme-sexo-oral. Coloque mi sexo sobre su cara y comenzó su arte. Lo hacia bastante bien.
El hombrecito estaba a punto de venirse, me miro excitado, con la mirada de idiotas que tenemos cuando estamos a punto de llegar al orgasmo. Al mirarlo a los ojos mi placer se condenso, una nada transparente y blanca presionó mi cuerpo, tensándome hasta que todo aquello estalló en una nueva nada extensa y verde.
Distinto a los otros orgasmos, en que ésa nada blanca se instala, esta muerte chiquita tenía el color del duendecillo irlandés que se estaba cogiendo a Estela.
Ale dice
Irene, Héctor…¡gracias por sus textos! ¡ Un abrazo!
Ale dice
¡Bien! El concurso de porno fantástico quedó cerrado desde ayer 31 de mayo. En unos días: ¡los resultados!
¡Gracias a todos por participar!