Las luciérnagas aletearon prendiendo sus cuerpos luminosos. Pasaron junto a mí como un enjambre de luces y se internaron en el bosque. Las seguí a donde descansaba el esqueleto del viejo tren; los vagones destacaban entre las sombras manchados por la luz de las estrellas; los cubría un traje blanco, de polvo. Frente a ellos descansaba un álamo de gruesas raíces que sobresalían de la tierra. Me senté en ellas. Esperé. Contemplé el tren y la cálida noche girando entorno al mundo. Con la cabeza llena de tinta, saqué un cuaderno de mi mochila y empecé a escribir.
Héctor dice
Que bonito está ese párrafo de ¿quien es? Y la foto ilustra muy bien el texto.
Saludos!!!
Ale dice
¡Es mio! Gracias. Y sí, la foto está de lujo… un abrazo…
SOPHIE dice
mi queirdo colaborador entocuentologo: me gusta me gusta….mas lo del esqueleto del viejo tren…
yo ire en busca no de las palabras, sino del cuerpo del delito.
suerte, exito y nos estamos viendo…seeya