¡Me siento tan libre! Van a ser las cinco de la mañana, las calles están desiertas y el único ruido que escucho es el de mi futuro y el de mis pies sumergiéndose en los charcos que empapan el asfalto.
Pienso en tí.
Veo tu cara reflejada en el agua negra que se junta bajo las banquetas. ¡Ya no hay nada que me ate a ella!
Hace sólo una par de horas estábamos juntos. El calor de los clientes del bar empeñaba los vidrios y jugábamos a que nuestras palabras, las últimas, empañaran nuestros ojos. Pero mientras me decías que eso era todo, que se había acabado, que no soportabas más mis dolores ni mis espontáneos cambios de humor, una sonrisa blanquísima se me iba formando dentro del pecho y la sonrisa crecía y borraba todos los pesos y preocupaciones que había empezado a guardar desde hacía mucho tiempo.
Por eso ahora, mientras camino en esta madrugada mojada, veo que la sonrisa ya es una carcajada. Me rió, me rió y la risa se estrella contra las farolas, contra las tinieblas que doblan las esquinas y contras las luces de algunas de las casas que a esta ahora -ya casi amanece- siguen prendidas o acaban de encenderse.
¡Qué fácil es decirlo! ¡Qué fácil es este primer momento cuando el peso de tu vida se ha quedado en el bar para siempre! ¡Qué fácil, qué fácil! Me encanta sentir como el peso de tus reclamos, tu sonrisa estúpida y tu ademanes violentos, se deshacen bajo las blancura de esta noche.
Me gustaría que todo siguiera así. Que todo se quedara en este punto de ligereza, de brazos extendidos, de bocanadas de aire frío y vértigo; me gustaría que los recuerdos buenos, los que arrojan luz sobre todo lo demás, se tardaran en llegar… sí, que se tardaran en aparecer una horas más, o unos días, o que nunca llegaran… porque en cuanto lleguen toda esta libertad habrá desaparecido, este teatro quedará reducido a nada y te extrañaré y me sentiré triste y miserable.
Son las cincos en punto.
He llegado a mi casa y aunque trato de evitarlo, tus ojos negros, repletos de soles, y tu sonrisa tersa se aparecen delante de mí como un fantasma, y aunque me resisto, me duele, y ya te hecho de menos.
La canción es de Franco Batiatto y viene en su último álbum, Fleurs 2 y es una de esas canciones que me vuelven loco, que iluminan todo y que no puedo dejar de escuchar a pesar del miedo de acabarmela muy rápido y que sus cuerdas y la soleada voz del coro terminen volviendose comunes.
Disfruten la canción de la semana mientras caminan por calles desiertas con su reproductor de mp3.
It’s five o’ clock
It’s five o’ clock
and i walk
through the empty streets.
Thoughts fill my head
but then still
no one speaks to me
my mind takes me back
to the years
that have passed me by
It is so hard to believe
that it’s me that i see
in the window pane
it is so hard to believe
that all this is the way
that it has to be
It’s five o’ clock
and i walk
through the empty streets.
The night is my friend
and in him i find sympathy
and so i go back to the years
that have past me by
It is so hard to believe
that it’s me that i see
in the window pane
it is so hard to believe
that all this is the way
that it has to be
It’s five o’ clock
and i walk
through the empty streets.
the night is my friend
and in him i find sympathy.
He gives me day gives me hope
and a little dream too.
Hector dice
ESTÁ PADRE!!!:)