La prosa del Transafricano
Recuerdo los días cuando abordaba trenes
Cuando el dolor no dolía tanto
Cuando todavía no se astillaba en mi pierna
Entonces yo tenías los ojos manchados de sonidos
De gotas de sudor y espuma de mar De sueños en forma de rocío y continentes
La vitalidad emanaba de mi cuerpo rollizo temeroso
Como una corriente eléctrica Como las luces de las pensiones acariciando la noche
Abordé un tren pero antes de eso un barco
Cumplí años cuando llegué a Casablanca
Los celebré comiendo pollo barato y vagando por la aceras grises
Escuchando las preguntas de las prostitutas
Escribía en mi cuaderno Describía largamente las playas y a mí mismo tendido
Boca abajo sintiendo como el sol metía bajo mi piel
Los deseos y las tonterías de los jóvenes.
Viajé
El viaje duró un mes enteró.
Me reclinaba sobre mi asiento y veía la amarga noche
Perderse entre las manchas borrosas de la velocidad
Y escribía
Y pensaba en Mónica y me gustaba imaginar que era el amor de mi vida
Que algún día leería con sus ojos dorados
Lo que había en mi libreta de viaje y podría
Escuchar el ruido rompiente de las olas contra las piedras angulosas
En la playa paraíso a unos kilómetros de Asilah
Nunca pudo oírlo
En esa época tenía muchas ilusiones
Las ilusiones me llenaban de ruido y los ruidos fermentaban dentro de mí
Me azotaban y rompían
Me pedían más y más Entonces yo no podía más
Que querer tocar a todas las mujeres
Repasar mis ansias de artistas entre sus tetas y sus culos hechos de
de estrellas, de madrugadas vaporosas
O aún peor
Las ilusiones me hacían quererlas realmente
O imaginar que las quería y verlas a todas como a Mónica
A la decaida Margarita a quien mi amor rescataría de la tuberculosis
Era mucho mejor cuando sólo me interesaban sus cuerpos, su sudor y su rimel corrido
Recorría las calles de Barcelona
Trastabillaba por el barrio gótico
Las desvestía en las bancas de las plazas de Gràcia
Besaba sus alientos de alchoholes de Heineken y luego las llevaba a mi cuartito
De Cornellá de paredes anarajandas y follaba o cogía con ellas
Con miedo a venirme muy rápido
En ese tiempo todos los ruidos se revolvían dentro de mí
Formaban costras y las costras supuraban Pero el dolor
No era tan intenso como ahora
Como este pálido ruido de máquinas
En ese tiempo yo abordaba todos los trenes y me moría a cada segundo
Y quería ser escritor
Me pasaba las tardes masturbándome y llenando pagina tras página tras
página tras página tras pagina oyendo las visiones de
La gentes que caminaban por Kalverstraat o navegaban los canales de Amsterdam
De los que dormían bajo cartones en la plaza mayor de Madrid
O se metían a mi máquina de escribir (había comprado una muy vieja que apenas servía)
en mi otro cuartito cerca de la Sagrada Familia
Querías ser escritor Era todo lo que quería
En esos días había leído demasiado a Keruack
Deseaba abordar trenes Desaparecer en todas las mujeres
Entre sus cabellos como de holanes Entre sus perfumes, sus humos y esperanzas
Entre sus pieles blancas Sus sonrisas alemanas Sus pezones italianos Sus pubis
rubios temerosos delicados
Entonces tomé un autobús que bajó
Y luego un barco
Después de dos horas llegué a África
Tanger y Borroughs y sus pensiones de mala muerte
Con sus paredes pintadas de verde alberca
Sus escaleras de pescado podrido y viseras de gato
Sus cafes Sus tés de menta La avenida Montar Hardan y el cuaderno negro
Donde escribía cuando llegaba a la pensión
Luego de ver caer el sol y sus coronas doradas sobre el mediterraneo
O el Atlántico
En ese tiempo no sentía este dolor
Las astillas no llegaban todavía hasta mi pierna
creía que podía llenarlo todo (el mundo Tánger Fez)
De lugares comunes y frases increíbles
De historias de amor…
En Marrakech conocí a una chica que se llamaba Aïcha
Trabajaba en una fábrica de pantalones Tommy Hilfiger
Leía una edición diminuta del Corán y decía que le gustaban las telenovelas mexicanas
En ese tiempo tenía todos los ruidos revueltos Todas las calles del mundo
Todos los ojos de todas las mujeres que había visto en mi corazón
Y me hacían seguir Querer reventarlo todo
Miraba por la ventanilla del tren: a veces los cristales estaban rotos
Subía el volumen de mi Walkman y escuchaba a Bono decir “…love is not the easy thing…
The only baggage you can bring
Is all that you can’t leave behind…
Pensaba en mi vida En los distantes días que se abrirían como flores
Que partirían hacía cientos de lugares como las grietas
Los pedacitos del cristal por donde veía el paisaje
En el tren Entre Kenitra y Casablanca vi a una chica de cabellos ondulados como olas
Pero oscuros y llenos de desierto Vestía bien y hablaba francés
Usaba pantalones de mezclilla y había estudiado la universidad
Tenía unos labios finos donde la luz se partía en mil astillas
Me hubiera gustado hablarle Decirle que la amaba Que no quería nada más que
Morderla y sentir la carne de sus boca entre mis dientes
Decirle que la amaba Que ella era la única mujer de todas a las
Que hubiera querido besar o tocar sus estómagos
Después habría querido viajar con ella de la mano Y hacerle
Saber que el futuro no significaba nada Que el dolor que sentiría descender sobre
una de mis piernas como una pesada gota de plomo
No significaría nada
Si ella estaba junto a mí.
Este poema es un tributo a Prosa del Transiberiano de Blaise Cendrars
yolanda regalo perfecto dice
Me encantan tus escritos, así que me quedo por aquí 🙂 Saludos
Ale dice
gracias, Yolanda, saludos