Terminé de leer (oír, más bien, porque me lo aventé en audiolibro) el último libro de Nick Hornby, uno de mis cinco escritores favoritos de todos los tiempos. (Los otros son, sin incluir a poetas: Jack Keruac, Ray Bradbury, Ursula K. Leguin y Orhan Pamuk). Se llama Juliet, Naked y se trata de la aparición de “Juliet” el gran albúm de Tuker Crow, en su versión acustica, o sea: “Naked”. Tuker Crow es un famoso compositor y cantante inventado por Hornby e inspirado ni más ni menos que en Bob Dylan. El libro está plagado de referencias a Bob: empiezan en un baño en Mineapolis, a donde Duncan y Annie van a porque fue ahí donde supuestamente Tuker tuvo una experiencia religiosa, y continuan con “Juliet”, la obra maestra de Crow, inspirado en Blood On The Tracks de Dylan (Juliet habla desde la primera a la última canción-You and your perfect life- de la relación de entre Tuker Crow y Juliet Bates. Es un disco doloroso, lleno amargura, igual que Blood On The Tracks, donde Dylan da rienda suelta a su dolor y canta sobre su su entonces esposa Sara).
Juliet, Naked es un libro que todo fanático de Dylan, y, todo fanático de cualquier cosa (banda de rock, actor, equipo de fútbol), no puede perderse. En un primer plano habla sobre la relación enfermiza que tiene Duncan, un cuarentón intelectual que vive en un pequeño pueblo a varios kilómetros de Londres, con Tuker Crow. Duncan tiene el sitio de internet más importante sobre Tuker y adminitsra el foro donde los demás fanáticos obsesivos del artista añaden cada día más información-aunque Tuker siga retirado desde hace veinte años-y no haya sacado nada nuevo-; escriben un articulo tras otro argumentando porque Juliet es el disco más grande jamás grabado y porque Tuker Crow es mucho más grande que Bob Dylan.
La otra protagonista es Annie, la mujer de Duncan, quien lo acompaña a los Estados Unidos a hacer el peregrinaje obligado para todos los fanáticos de Tuker Crow: visitar el baño en Mineapolis, ir a la granja donde nació su ídolo, y quedarse contemplando la casa de Juliet Bates, en SanFrancisco. Pero Annie no es, ni mucho menos, tan obsesiva como Duncan. Le gusta Tuker, sí, pero no se pasa horas en internet buscando nuevos Bootlegs y, en realidad, podría vivir muy bien sin oír su música.
Lo mejor del libro empieza cuando, después de su regreso del peregrinaje, Duncan recibe “Juliet, Naked”, el primer material nuevo de Crow en décadas-en realidad la maqueta de Juliet, que alguien encontró en un sótano-. Se lo mandan en exclusiva por ser el propietario de la página web más importante para los Crowlogist (estudiosos de Tuker Crow). Pero Duncan no está en casa y Annie, que descubre de pronto que ha dejado crecer dentro de ella un profundo resentimiento hacía su esposo, decide escucharlo, por primera vez, antes que él. Sabe lo que eso va a provocar, pero lo hace, y descubre que Juliet Naked (Blood on the tapes) es una porquería: son sólo las maquetas de Juliet, nada en especial. Dunca, sin embargo, piensa lo contrario y cuando lo oye, después de que se le pasa el enojo por no haber sido el primero en escucharlo, dice que es tan bueno que “Juliet”, el original, parece una grabación de WestLife. A pesar de todo Duncan deja que su mujer suba su propia reseña a la web, y, lo peor, para él, es que Tuker Crow, de quien no se había sabido nada en años, le responde a ella, a Annie, para decirle que tiene razón.
Esto, por supuesto, ocurre en los primeros capítulos. Las cosas se van enredando y nos arrastran a las profundidades de Tuker, Duncan, y Annie. Hablándonos, más que del fanatismo, sobre lo que se siente desperdiciar la vida, andar por el mundo medio muerto, sin arriesgarse, sin vocación. ¡Es un libro hermoso! Y lo mejor, como todo lo que escribe Hornby, es que sus personajes siempre encuentran algo, nunca los obliga renegar del mundo y gritar que todo es una mierda y no hay oportunidad de cambiar.
Hornby es un escritor excepcional. Y lo más increíble es que es tan bueno que mientras leía Juliet Naked no me acordé de él ni una sola vez; la historia me absorbió tanto que nunca pensé en el escritor que había detrás, ni en la forma en la que lo había logrado; sus personajes están perfectamente construidos y todos son interesantes y están vivos y llenos de contradiciones; uno puedo sentirlos, oírlos respirar y revolverse dentro de las páginas del libro independientemente del artificio literario.
Además, el lenguaje de Hornby es muy sencillo. Hay una o dos metáforas en todo el libro y casi ninguna descripción física.El lenguaje está al servició de la historia y de la voz de los personajes.
Bien, ya sean o no fans de Bob Dylan, tienen que leerlo.
Juliet, Naked o Julieta Desnuda, ha sido recientemente publicado en Anagrama . Aquí hay una entrevista que el autor dio a El País y aquí algunas de las cosas que ha dicho la prensa:
«Es un libro imposible de no recomendar, otra foto generacional, triste y sin embargo risible. La dulce mirada de Hornby, que somete a juicios sumarísimos a sus tristes personajes pero a los que siempre acaba indultando. Mejor verlo de esta manera» (Jorge Casanova, La Voz de Galicia).
«Música, humor del sutil y del mordaz y una increíble capacidad para radiografiar personajes reales son las tres virtudes que Hornby, otra vez, ofrece al lector» (El Ideal Gallego).
«El escritor inglés sigue obsesionándonos con su última obra. Melómano, futbolero, hilarante… Es sin duda uno de los autores más destacados de la cultura pop» (Laura F. Manzano, Downtown).