Hace unos minutos terminé de ver la plática que la escritora nigeriana Chimamanda Adiche dio para la famosa serie TED, sobre lo que ella llama “El peligro de una sóla historia”.
Chimamanda nos habla del grave riesgo que corren nuestras vidas si nos quedamos sólo con una historia para un país, para una familia, para una persona. La escritora empieza la platica diciendo que empezó a leer a los cuatro años y a escribir a los siete. Que todo lo que escribia tenía que ver con hombres adultos blancos en ciudades nevadas que siempre hablaban sobre el clima, aún cuando ella era negra y en Nigeria el clima siempre era bueno. Ella no podía escribir sobre otra cosa porque tenía una sola historia en la mente: lo que los libros occidentales le habían dicho que era la literatura.
Más adelante, entre muchos otros ejemplos, habla de que cuando era niña había un chico que iba a ayudar a hacer la limpieza en su casa, y que lo único que sabía de él era lo que le decía su madre: que era de una familia muy muy pobre. Tiempo después, cuando fue a su casa, descubrió que la familia del niño aparte de “ser pobre” hacía muchas otras cosas, entre ella tejer una hermosas canastas artesanales que la dejaron impresionanda.
Conforme creció pudo ver más claramente la manera en que la gente una y otra vez decidía quedarse con una sóla historia, reduciendo a la gente, a un país, a una cultura, a una persona, a un estereotipo. Cuando estudió la universidad en estados unidos su compañera de cuarto estaba asombrada de que ella pudiera hablar inglés y de que en vez de escuchar música tribal oyera a Mariaha Carey. Cuando escribió su primer novela, su profesor le dijo que no era autenticamente africana, porque no aparecían niños muriendose de hambre y los personajes eran gente educada de clase media. Todos ellos tenian una sola historia acerca de Africa y Nigeria.Y luego, para su propia verguenza, la primera vez que vino a México y caminó por las calles de Guadalajara se sorprendió de que la gente riera, fuera al trabajo e hiciera todo lo que se hacía en Estados Unidos y no fueran todos delincuentes y oscuros inmigrantes.
¡Y es tan cierto! Las historias nos atrapan y muchas veces, si sólo conocemos una de ellas, nos condenan. ¡Pero hay miles de historias! No sólo la misma y esterotipada que nos han venido contando día tras días, sobre cualquier cosa: sobre los judios, sobre los nazis, sobre los gringos, sobre México, sobre nosotros nuestros enemigos y sobre nosotros mismos. Creo, sin lugar a dudas, que las historias que nos contamos sobre nosotros mismo pueden ser las más peligrosas, porque pueden encerrarnos de una forma mucho más sutil y permanente.
Chimananda dice muy contenta que en áfrica y Nigeria no hay sólo una historia, que aparte de las masacres, las tragedias, el sida, la pobreza, hay miles, millones de historias más, historias asombrosas, de gente compasiva, de amor, de creatividad.
Lo mismo, por supuesto, ocurre en México. ¡Y es que son tan absurdos los comentarios de los analistas pliticos, criticos, intelectuales y cierta clase de gentem en relación al país! Con sólo oirlos se me revuelve el estómago, porque no hacen otra cosa que atraparnos en lo que para ellos es la historia del país, de la vida. Para no ir muy lejos, recientemete, con la derrota de la selección Méxicana en octavos de final contra Argentina, escuchaba a un supuesto analista y escritor, un tal Pedro Angel Palou, quien decía con un tono amargo y analítico, algo como que la selección es una reflejo de lo que se vive en el país, un país casi deshauciado. ¡Qué imbecil! Si su vida como la de todos esos intelectuales de caras largas está desahuciada, que hablen por sí mismo, no por un país. ¡Ahhh, les encanta endilgar títulos a todo y generalizar! Que si México es un estado fallido, que si la corrupción prolifera y todos tenemos la necesidad de tranzar, que si somos mediocres, que si nunca podremos, como la selección, dar el siguiente paso. Y la etiquetas siguen y sigue y la gente las repite sin ponerse a pensar: “No, es que somos un pueblo pequeño” “Así somos los méxicanos, qué le vamos a hacer” “Es nuestra mentalidad, no estamos hechos para cosas grandes”.
Después de la triste derrota contra Argentina, las voces, más que nunca, volvieron a salir. ¿Por qué los seleccionados tienen que chutarse las historias personales de todos un país? Si la gente que con la derrota de México confirmo que no se tienen la mentalidad, que que bueno que el futbol mexicano ha regresado a su lugar y no a lo inflado que estaba, que qué bueno que el futbol refleja nuestra triste realidad ¿Por qué parcializar todo así? ¡Es sólo una derrota, no la historia de un país ni la realidad de México!
¡Y por supuesto, al menos en mi historia, México no es un país pequeño y es todo menos una sociedad desahuciada! Es cierto que hay muchísimos problemas y no se trata de taparnos los ojos y pensar sólo en las cosas “positivas”. El narco, las ejecuciones, los politcos vergonzosos, los intelectuales frigidos, los escritores que siempre quieren terminar sus cuentos con finales desoladores, son sólo parte de la historia de México, pero hay cientos de historias más, miles, millones. México es un lugar increíble donde vivir, hay esperanza, hay amaneceres bronceados donde el cielo de tiñe de rosa, hay solodaridad, gente leal, gente en la que se puede confiar; hay miles de poetas y pintores, ingenieros, músicos, fotógrafos, empresarios que están haciendo las cosas de manera diferente. No todos son malvados ni se aprovechan de todos, ni todos los politicos (aunque justo en esta categoría sea dificil imaginarlo), ni todos los policias, son corruptos. Hay muchos que dicen (mi maestro por ejemplo) que México no es un país desahuciado, sino que, por el contrario, es el lugar de donde vendrá el cambio, el punto de origen de la evolución. Tal vez esta afirmación sea sólo una historia más, pero, ¿por qué no creer en ella con la misma fuerza con la que creemos en las historias de las catastrofes y la derrota?
Sigamos leyendo, tratando de oír todas las historias. Las tristes y las brillantes. Y, principalmente, como apuntaba algunos párrafos atrás, escuchemos también todas nuestras propias historias. Yo, por ejemplo, soy especialista en creerme que durate cierta temprada de mi vida fui sólo una cosa, sólo un Alejandro. Esto en algún sentido me ayuda, porque puedo cortar más facilmente con esa etapa y cambiar, pero la vez me olvida de todas las otras historias que vivi durante esos años. Justo ahora, cuando me siento medio atrapado en este momento de mi vida (desesperado porque sigo viviendo con mi mamá, cuando apesar de lo que quería hacer desde hace mucho no puedo ser independiente, y la frustración por muchas otras cosas y por que mi vida en este punto no es exacatamente lo que había imaginado -he dejado de viajar, no he ido a estambul, no me he enamorado-), el peligro de creerme sólo esta historia está más latente que nunca.
Los últimos años, a pesar de la frustración, de haber abandonado la escritura durante casi sesis años y haberme dedicado a vender seguros, intentar hacer dinero y ser demasiado duro conmigo mismo, también han ocurrido otras cosas, muy distintas: conocer a mi maestro; la enorme fuerza para insistir instir e insistir, por telefono o en persona, para vender un seguro; haber encontrado a mis perras y llevarlas al hospital y hablar con los doctores; haber, después de todo, regresado a escribir; haber por primera vez en mi vida empezado a correr y hacer ejercicio sin soltarlo; haber besado a todas las chicas que besé durante estos años; haber escritos mis canciones de hip hop; seguir siendo amigo de Osvaldo; estar más cerca de mi papá; ¡mi blog!, la increíble necedad y disciplina para conseguir lo que creía en ese momento que me haría sentir mejor…
¡Ahhh, cómo sería aprender a vivir con muchas historias, con todas las que hay, con todas las que hemos vivido y no sólo con la más fácil, la más simple, la que nos conviene y nos hace conformarnos y creer que nada se puede cambiar!
Bueno, esta es la historia de lo que me pasó con la conferencia de Chimamanda. Tal vez tu tengas otra, así que puedes escribirla aquí, luego de ver ell video de la plática de esta preciosa y guapísima escritora Nigeriana.
Elisa dice
¡Qué hermosa entrada! Tienes razón, hace mucho que visité México, pero cuando estuve allí vi un país lleno de energía y fuerza creadora. Descubrir las historias, todas la historias escondidas tras la “única”, una tarea inagotable, pero apasionante.
Ale dice
Elisa: ¡Qué bueno que te gustó! Pues ya ves, a mí la platica de esta escritora me hizo pensar un montón de cosas… cómo dices, es apasionante descubrir las historias detrás de la “única historia”.
Héctor dice
Hermoso!!!!
Ale dice
¡En verdad! Gran conferencia