Dice Alex Grijelmo: “… se nos conmueve el estómago si decimos nausea y sentimos amor con cada sílaba de la palabra ternura.” Y más adelante citando a Pedro Salinas: “… pero el idioma español es sobre todo el instrumento de los sentidos y de las emociones…”. De su libro Defensa apasionada del idioma español estas palabras se me quedan pegadas. Aunque lo demás es interesante también: el origen y la evolución del castellano, las propuestas de García Márquez para simplificar la gramática, el desprecio de los medios hacía el idioma y la relación entre el ejercicio físico y la reglas gramaticales.
Gracias al texto de Grijelmo algunas preguntas me vienen a la cabeza: ¿Qué beneficios concretos para un niño que apenas y tiene acceso a la educación puede tener la gramática? ¿Qué herramientas útiles puede aportar el conocimiento profundo del lenguaje para alguien que lucha todos los días para ganarse la vida? Y así puedo seguir: ¿De qué sirve la cultura, de que sirven los libros y los poemas y de que la música clásica? ¿Ser intelectual y desarrollar tu mente te ayuda a ser un mejor ser humano, te ayuda a crecer internamente, te hace ser compasivo y quererte a ti mismo? Me lo he preguntado muchas veces y creo la respuesta es no. Hay cientos de casos de personas “cultas” que han asesinado en nombre de sus ideales a ciento o a miles de personas. Hasta hace poco este punto solía preocuparme mucho, me decía a mis mismo: “Déjalo, los libros y las palabras no te llevarán a ningún lado, ¿cómo podrían ayudarme a deshacerme del miedo al rechazo, del condicionamiento, de la repetición, del egoísmo? No pierdas tú tiempo, Ale”.
Aún cuando este argumento me parece razonable y, hasta dónde sigo creyendo, cierto, no he podido alejarme de las palabras ni de las sensaciones y sentimientos que provocan en mí. No, probablemente no; ni el español ni cualquier otro idioma puedan ayudarme a crecer internamente e incluso, la mayoría de las veces, estorben, pero me sirven, cómo ninguna otra herramienta, para expresarme y estar más cerca de los demás. ¿Cómo sin el español y el mediano conocimiento que tengo de él podría decirles cómo me siento en este momento? Y mucho más allá, olvidando el lenguaje hablado: ¿cómo podría compartir mi corazón y mis sueños con ustedes a través de este blog? , ¿podría con alguna otra herramienta decirles que ahora, mientras escribo estás líneas, apenas puedo resistirme a decirles lo que pasa por mi cabeza? Apenas puedo resistirme a hablarles de las ganas que tengo de ser escritor y del miedo que me da no ser bueno. O de la necesidad que tengo de encontrar a alguien que me guíe, me corrija y me aliente. O tal vez de la extraña mezcla de desapego y a la vez necesidad infinita que siento de ser reconocido. O del miedo o de estar solo, o de sentirme radiante y vacío y seguro de mí mismo, o de las incontrolables ganas de conocer el mundo y de besar y de amar y de crecer que tengo.
No, no creo que haya otra forma de decirlo en este instante más que con las palabras que se unen unas a otras, llenas de imágenes y recuerdos, resonando de manera distinta en cada lector. No sería posible sin las preposiciones, adverbios y la gramática de este español, como dice Alex, nutrido por tantos siglos, lenguas y culturas. También estoy seguro que entre mejor conocimiento y entre más empapado esté de las sutilezas, formas y reglas de este idioma, más fácil y claramente podré transmitir lo que siento.