“Siempre quise ser escritor, pero en algún momento entré en un estado de comodidad. Ese letargo dañino que debe sacudirse de alguna manera. Tinta Chida es el experimento de Alejandro para demostrar, a mí mismo primero, y luego a los demás que uno puede vivir haciendo lo que le gusta. Escribir para mi es mi pasión. Si no vives algo con deseo comienzas a acumular un enojo enorme que tiene que salir. Todo esto que me está pasando surge de una rabia encauzada que sentía por no poder ser lo que quería”.
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