César Gándara sobre Adiós a Dylan

Adiós a Dylan, bienvenido Omar.

Por César Gándara

A los diecinueve piensas que puedes cambiar al mundo, renombrarlo y convertirlo en algo parecido a lo que vislumbras en tus sueños.

Amor y buena música. Estos ingredientes son la palanca para mover al universo. Ir en contra del sistema por culero y alienante, porque sí,  porque la pinche gente nomás piensa en la lana y en rendirle tributo a dioses que los tienen oprimidos. 

Sólo el rockanroll y la vida punketa pueden salvarte. Se trata de romper el centro, y para eso hay que hacerlo desde las márgenes.

Pareciera que estos son los principios de Omar, un joven adorador de Bob Dylan que ha conseguido hacerse de una imagen del mundo tomando prestada la ideología de su ídolo. ¿Y cómo hacerlo? De la única manera posible en que Dylan podría permitírselo: cantando.

Adiós a Dylan es un canto, una iniciación en el underground chilango en el que Omar comenzará su búsqueda. Encontrarse a sí mismo. 

No importa lo que pase afuera, ni los padres ni buscar la independencia económica. Se trata de imaginar la vida, más que vivirla, y de estar comparando permanente la realidad con los sueños.

Para esto, Omar conoce un día a Sara, y de inmediato comprende que ella es LA chica, el amor de su vida, igual que la otra Sara, la Sara de Bob Dylan. Su primera esposa. Llevará con ella una tormentosa relación que lo irá hundiendo poco a poco hasta tocar fondo. Durante el trayecto se irá perdiendo tratando de salvarse. Tendrá relaciones con otras chicas, como Julieta su prima, y siempre se estará comparando con sus amigos, y deseando las chicas de sus amigos.   

A lo largo de la historia, Omar intentará relatarse su propio viaje, inventar una aventura de alcances épicos para sentir que todo lo que le suceda valdrá la pena.

No se trata de avanzar hacia un lugar predestinado, pues no lo hay, sólo hay un modelo a seguir y luchar por lograr una calca lo más parecida a eso. A eso y a David, su fallecido hermano a muy temprana edad que vino a dislocar sus relaciones familiares.

Adiós a Dylan es un canto a la solidaridad, culto y deificación de la juventud, de los fans que idolatran también a sus estrellas. Es un irse definiendo y construyendo como sujeto, pero a través de la comprensión del otro, del ser idolatrado y de la comunidad en la que uno se desarrolla.

Y por esto mismo, Omar no deja de ser un “pendejo, un pinche niñito patético con la cabeza hundida entre sus piernas.”  Un adorador absoluto, devoto, un buscador irremediable del ídolo para sentirse completo con él y consigo mismo.

La búsqueda de identidad en otro, en la banda, en los amigos, sin darse cuenta de que a cada paso va avanzando en la construcción de la barda, pared infinita que le impide ver del otro lado donde se encuentra irremediablemente lo burdo, el cliché, lo obvio. Oscuridad y muerte. Silencio.

“salgo y me lavo las manos tratando de no verme en el espejo. Pero no puedo: el Omar que veo no tiene los ojos profundos de un abismo y ni siquiera la sombra de algo misterioso. Sólo veo a un güey que se mueve muy lento para alcanzar la realidad y que termina siempre sentado reconstruyendo el pedazo de vida que lo acaba de rozar, aprendiéndose de memoria sus detalles, engrandeciéndolo hasta convertirlo en un mito.”

Adiós a Dylan es la historia de un Omar que se lanza a la aventura, a meter la mano entre la mierda para sustraer de ella los tesoros. Siempre, para no desperdiciar ni un solo segundo de vida. Es el canto a la banda, el llamado de los punks, la cerveza, la música, el extravío para encontrarse.

La iniciación en el mundo, el pensar que estás haciendo la diferencia. Ser original, nadie como tú, único, inigualable, irrepetible, absoluto. Dejar que la vida pase y se desgaste de la única manera posible, la única que vale la pena: a tu manera.

“sin saber que a unos pasos la velocidad y el rumor de las noche se agitan y preparan la terrible locura de la oscuridad, de las bocas que brillan como soles, rojas, ansionsas por besar y hablar de todas las cosas al mismo tiempo y de dejar que el alcohol hinche sus labios como frutas a punto de reventar.”

Omar aceptando las migajas que le da la vida con tal  de sentir que está viviendo una epopeya…

Y luego, Bienvenido seas, Omar, acaban por romperte el corazón. Te quiebras, pareces un florero fino y delicado que no soporta la presión de la mano de un bruto. Estallas en un millón de infinitésimos pedazos, polvo de estrellas  que se disuelve y riega por todas partes y yo como lector no puedo sentir más que una profunda devoción, un amor infinito y un verdadero sentimiento de gozo al verte destruido.

Bienvenido, Omar, acabas de iniciarte en esto que se llama vida. Y apenas está comenzando. Piensas que ya tocaste fondo, pero sólo es el inicio. Y entonces,  te sientes acompañado por el único que no te ha defraudado, él, tu pequeño dios de las pequeñas cosas, tu Bob, tu todo. Hasta que él mismo te dirá las frases que necesitas escuchar para llegar hasta el fondo, porque  “El dolor es la única cosa y cada quien debe enfrentar a su propio diablo.” “has estado huyendo lo más lejos que puedes de ti mismo”. Ahora dime, Omar, ¿Cómo se siente, Estar sin hogar / Como un completo desconocido, como una piedra rodante?