El nuevo libro de Nick Hornby, uno de mis escritores favoritos de todos los tiempos: Slam.
Como dice Sam, el personaje principal del libro, su historia tal vez no sea grandiosa y definitivamente no mejor que cualquier otra. Si la resumiéramos, todo el argumento podría caber en una sola línea: la historia es acerca de un chico de 15 años, que le gusta patinar, habla con Tony Hawk acerca de sus problemas personales y además embaraza a su novia. Nada complicado. Pero Nick hace que cada una de tus fibras se remueva mientras lo lees.
Terminé de leerlo ayer y todavía sonrió con cariñó acordándome de Sam, Alicia y Roof, como si fuera parte de mi familia. Tal vez es porque el libro, de manera personal, me tocó todo lo que podía tocar y remover.
Me acordé de cuando tenía 19 años y mi novia quedó embarazada.
Mientras lo leía me sorprendí: ¿Cómo un chavo de 15 años podía estar listo para vivir algo así?
Sam se vuleve loco, no quiere saber nada de Alicia y decide escaparse a Hastings y empezar su vida de cero. No quiere tener un bebé. Me dolió mucho ver lo difícil que fue para él, porqué cuando me pasó a mí estaba tan anestesiado que ni siquiera me di cuenta de nada. Pasó, como otras tantas cosas en mi vida, como un remolino por unos segundos y despareció, después de golpearme, como si nunca hubiera estado ahí y como si no hubiera sido lo suficientemente grave para recordarlo.
Sam en el libro siente todo el tiempo y se muere de miedo. Yo apenas y me enteré. Desde el principio, cuando mi novia me dijo que estaba embarazada, lo primero que hice fue ponerme en su lugar, ser solidario con ella, apoyarla por que al final todo ocurría en su cuerpo. Intenté inflar el pecho y decirle que todo estaría bien. Pensé tanto en ella que ni siquiera pude ver que estaba aterrado ni tampoco entender las dimensiones de lo que estaba pasando.
A diferencia de mi novia, Alicia, en el libro, decidió tener el bebé. En mi caso, mi novia no tuvo ni la mínima sensibilidad para no tratarme como algo más que un estrobo, un cero a la izquierda y decirme que era su cuerpo y que no quería tenerlo. ¿Yo, porqué debía de haber opinado? Probablemente todo debía de haber sido obra de la divina providencia y yo no había tenido absolutamente nada que ver.
De cualquier manera, no es su culpa, yo fui el que no me di cuenta de nada, el que de alguna forma me puse una anestesia – que apenas se esta diluyendo- y actuó como el novio solidario que creer en el derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo. No sé si me habría gustado tener al bebé. Probablemente no. Pero habría sido amable que alguien me preguntara algo. Y habría sido mejor, todavía, que yo lo hubiera podido vivir cómo Sam, con la gravedad del asunto, con todo lo que implicaba, sin pensar tanto en la responsabilidad y la puta solidaridad.
Sam me llena de ternura. Yo hasta ahora que me doy cuenta de lo que significó para mí ese embarazo y empiezo a sentir ternura por mi mismo, por lo perdido y solo que lo pasé. Y también pienso que esta bien enterarse de las cosas, aunque sea a través de un libro y 8 años después y no estarlas cargando como un burro sobre mis hombros por toda la vida.
Pero no se espanten, aunque el libro, como casi todo lo que escribe Hornby, es muy doloroso a pesar del tono suave, divertido y sarcástico que usa, también es tierno y propositivo. Deberían de darlo en las secundarias, como parte de los libros de texto oficiales.
Les recomiendo que busquen el audiolibro, está en ingles, leído por Nicholas Hoult, el niño de la película About a Boy, adaptación de otro libro de Hornby.